LA NUEVA TAXONOMÍA EUROPEA SOBRE FINANCIACIÓN VERDE

by Solvere



La UE está avanzando en un lenguaje más claro para la financiación 'verde': es un signo positivo de compromiso y liderazgo. Aquí está el análisis de Solvere sobre lo qué es la taxonomía y lo que significa para nuestro sector:


La taxonomía

  1. aporta claridad y consenso sobre lo que legítimamente se puede etiquetar como "verde"
  2. ayuda a los inversores y las empresas a comprender cómo generar un impacto verdadero y cómo informar sobre cuestiones relevantes de sostenibilidad
  3. ayuda a los gobiernos a diagnosticar con mayor precisión y diseñar políticas económicas sólidas
  4. da a los reguladores la capacidad de supervisar y actuar para equilibrar las necesidades del sector privado y los ciudadanos con el medio ambiente

¿Es positiva o negativa? 

La taxonomía aporta armonización en toda Europa con respecto al lenguaje y los criterios para financiar proyectos sostenibles. Un marco común para etiquetar las inversiones e informar sobre sus características sostenibles o insostenibles deja menos lugar para la ambigüedad o la desconfianza e incentiva el rigor analítico, reduciendo así el riesgo. Esto debería llevar a una mayor movilización de capital privado para financiar actividades que sean ambientalmente sostenibles.

El etiquetado brinda a las instituciones financieras públicas y a los reguladores, como el Banco Europeo de Inversiones del BEI o el Banco Central Europeo, claridad para ejecutar y medir los resultados de las políticas. El BEI, por ejemplo, es una fuerza fundamental en el desarrollo de infraestructura en Europa: la cofinanciación y la sindicación de préstamos para infraestructuras deberían tener efectos positivos, si las guías de implantación se definen adecuadamente.

Sin embargo, debemos ser muy cautelosos con las expectativas y rigurosos con el desarrollo de las normas detalladas y los mecanismos de monitoreo en los próximos meses.

En primer lugar, cualquier ejercicio de "etiquetado" puede ser en vano si no existen reglas de transparencia y estándares de datos. La sostenibilidad es un asunto extremadamente complejo y aún incipiente en los campos geopolítico y financiero, por lo que podemos -y debemos- esperar que los criterios iniciales tengan brechas y desajustes, incluso sustanciales. El aceite para engrasar la maquinaria de retroalimentación para la mejora continua será la transparencia. Cuanto mejores sean los datos y los medios de intercambio, más efectivos y duraderos serán los criterios.

En segundo lugar, no debemos olvidar que la nueva regulación aborda directamente los aspectos ambientales, pero no los aspectos sociales ni de gobernanza (que constituyen la "S" y la "G" en ESG). Estos dos aspectos se dejan al arbitrio de estándares globales como los de la OCDE, que no están exentos de desafíos y controversias. Así que todavía queda mucho trabajo por hacer en ese frente.

Tercero, aunque una taxonomía normativa es importante, es en la actividad cotidiana de la financiación sostenible -en su mayoría privada- donde tendrán lugar los éxitos o fracasos. La colaboración con el sector privado, incluida la creación de políticas e instrumentos explícitos para alentarla, es esencial desde el primer día. 


Análisis detallado: ¿Qué es la taxonomía?

La denominada ‘Taxonomía Europea para inversiones verdes' es un reglamento aprobado por el Parlamento Europeo y el Consejo de la UE en diciembre pasado que establece los criterios para determinar si una actividad económica (por ejemplo, una empresa manufacturera) y cualquier producto de inversión asociado a ella (por ejemplo, bonos corporativos) pueden o no clasificarse como ambientalmente sostenibles. Antes de esta normativa no existía un estándar armonizado en Europa para clasificar las inversiones sostenibles.

Afecta directamente a toda la normativa de la UE y sus Estados miembros relacionada con los requisitos en mercados financieros para productos designados como ambientalmente sostenibles, incluido el reciente Reglamento de la UE 2019/2088 sobre publicación de información relativa a la sostenibilidad en los servicios financieros.

La norma no es definitiva. Es un marco general que establece los principios rectores para elaborar los criterios técnicos detallados durante los próximos dos años. Los criterios completos deberán estar listos antes del 31 de diciembre de 2021 y entrarán en vigor un año después.

¿De qué hablamos cuando hablamos de financiación verde?

Según la taxonomía, una actividad económica debe cumplir con todas las siguientes condiciones para considerarse "sostenible":

  1. Contribuye sustancialmente a al menos uno de los seis objetivos ambientales definidos, a saber: (i) mitigación del cambio climático; (ii) adaptación al cambio climático; (iii) uso sostenible y protección del agua y los recursos marinos; (iv) transición a una economía circular; (v) prevención y control de la contaminación; o (vi) protección y restauración de la biodiversidad y los ecosistemas.
  2. No causa "daño significativo" a ninguno de los otros objetivos ambientales;
  3. Cumple con criterios de evaluación técnica sólidos y basados ​​en la ciencia; y,
  4. Cumple con las salvaguardas sociales y de gobernanza mínimas.

El reglamento define lo que se entiende por "contribución sustancial", "daños significativos" y "estándares sociales y de gobernanza mínimos", pero no los criterios de evaluación, como se mencionó anteriormente, ni los mecanismos para verificar y supervisar el cumplimiento de los criterios. 

¿A quién aplica?

Se aplica a todos los productos financieros o bonos corporativos que se ofrezcan como ambientalmente sostenibles, a las empresas de servicios financieros sujetas a la obligación de publicar estados no financieros, así como a las políticas o normativas de la UE y los Estados miembros que puedan estar relacionadas. En la práctica, estamos hablando de todo el sector financiero: bancos, fondos de inversión, fondos de pensiones, compañías de seguros, etc., y las grandes compañías y activos relacionados con los productos financieros con los que comercian: bonos, deuda, valores, vehículos de inversión, etc.

Beneficios de la taxonomía

La nueva etiqueta de inversión sostenible de la UE se convierte en el estándar más importante hasta la fecha para los inversores y los mercados financieros de todo el mundo, reafirmando el liderazgo de la UE en el esfuerzo global para lograr la neutralidad en emisiones de carbono. Tener definiciones y reglas claras es un pilar fundamental para la inmensa acción colectiva que requiere la visión de una Europa neutral en carbono para 2050.

La taxonomía efectivamente aporta armonización en toda Europa con respecto a la asignación de fondos para proyectos sostenibles. En teoría, tanto los gobiernos como el sector privado tendrán más fácil la tarea de encontrar financiación para actividades ambientalmente sostenibles en sus países o a través de sus fronteras, ya que cualquier actividad económica o activo se podrá comparar usando un lenguaje común para describir cómo las inversiones relacionadas contribuyen a la sostenibilidad ambiental. Esto debería, a su vez, incentivar los flujos de inversión y la actividad económica en toda la UE.

La normativa es además un punto de inflexión para las obligaciones de información y divulgación de las empresas europeas y los mercados financieros. Una mayor transparencia sobre el impacto ambiental de todo tipo de actividades económicas significa que los inversores tendrán información mucho más clara y homogénea sobre las características sostenibles de los activos en los que invierten, reduciendo el riesgo percibido y eliminando gran parte de la carga de verificar, comparar y agregar diferentes productos financieros. Por otro lado, el requisito de que los productos y servicios financieros revelen cómo y en qué medida sus actividades subyacentes son ambientalmente sostenibles debería estimular un mayor rigor, responsabilidad y diligencia en la asignación de recursos. Esta dinámica dirigirá entonces a los mercados financieros hacia el cumplimiento real de sus propósitos sociales y económicos.

El Vicepresidente Ejecutivo de la Comisión, Valdis Dombrovskis, se aventuró a afirmar que "... esta legislación cambiará las reglas del juego en cuanto a cómo se aborda el cambio climático, porque permitirá que fluyan miles de millones en inversiones verdes".

Debemos mantener el escepticismo ante tales grandes declaraciones. Hay muchas cosas que pueden salir mal o torcerse en el camino.

Retos y riesgos

Una taxonomía es una especie de vocabulario junto con criterios de clasificación para grupos de cosas, en este caso inversiones, y en este caso para etiquetarlas como sostenibles o no sostenibles. El hecho de que se haya definido una taxonomía no significa que las inversiones sean realmente sostenibles, a menos que se haya verificado a fondo, o se hayan establecido rigurosas medidas para ajustar los criterios en caso de que el resultado no sea el esperado. En primer lugar, hay razones para creer que el margen de error es bastante amplio en el campo de la estimación del nivel de sostenibilidad de una actividad o proyecto. Trabajos de investigación de la MIT Sloan School of Management muestran que las puntuaciones de ESG de diferentes agencias de rating están alineadas tan solo en el 60% de los casos. El periódico The Economist también ha examinado el tema recientemente y concluye que, a diferencia de las calificaciones crediticias, los distintos estándares ESG están pobremente correlacionadas entre sí: las agencias de calificación no coinciden en qué compañías son buenas o malas. 

Por lo tanto, la tarea de definir los criterios de evaluación detallados durante los próximos 24 meses es crucial.

Otra reserva a tener en cuenta es que la normativa deja los aspectos sociales y de gobernanza de las inversiones al arbitrio de estándares mundiales como los Principios para la Inversión Responsable (PRI) respaldados por las Naciones Unidas. El aumento de la desigualdad en muchas economías avanzadas apunta a deficiencias considerables en estos estándares, en su aplicación, o en ambos.

Pero hay un problema aún más fundamental: los datos. ¿Qué datos tenemos disponibles para probar y validar los criterios y, más aún, para evaluar una amplia gama de actividades y activos económicos según estos criterios? La triste respuesta es: muy pocos. Sin una estrategia de información ni estándares adecuados para el intercambio de datos, tanto sobre las inversiones en sí mismas como sobre los mecanismos de gobernanza (públicos y privados), corremos un alto riesgo de que la estandarización se convierta en una pesadilla tecnocrática, o una máquina de "greenwashing" masiva, o ambas cosas.

Solvere ha cartografiado las principales iniciativas globales de estandarización y medición de cuestiones ESG y ... de momento es bastante caótico

Esto está ya sucediendo en el sector privado a nivel mundial, donde los estándares y las métricas para las cuestiones de sostenibilidad se han multiplicado en los últimos dos años: GRI, PRI, taxonomía IRIS, principios IFC, políticas TCFD, WBSCD, SASB, metodologías de evaluación de las agencias de calificación y las "big four", etc. (ver referencias abajo). Actualmente nos estamos acercando a una situación de "torre de Babel", y las empresas están buscando desesperadamente métricas armonizadas para los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU que eviten tener que discutir con todos. Esto ha llevado tanto al sector privado como a las autoridades públicas a buscar el consenso.

La nueva taxonomía de la UE es, en gran medida, consecuencia de esta brecha. Europa ha tenido la audacia de dar el primer paso y liderar el movimiento global. Los Estados Unidos nos siguen: el Congreso de EEUU recientemente solicitó a la Comisión de Bolsa de Valores (SEC) el desarrollo de criterios detallados y métricas para la divulgación de cuestiones ESG y el establecimiento de un Comité Asesor sobre Finanzas Sostenibles.

La taxonomía de la UE es un hito notable que establece un lenguaje común para la colaboración en financiación sostenible. Estamos en un momento crucial para hacer que este lenguaje funcione para la colectivividad, y esto necesita que nos enfoquemos en los criterios detallados y los mecanismos de gobernanza que desbloquearán los recursos tan esperados.


Links/Referencias

  1. Nota de prensa oficial de la UE a través del Commission Executive Vice-President Valdis Dombrovskis
  2. Texto completo de la norma aprobada por el Parlamento y el Consejo Europeo
  3. EU Regulation 2019/2088 on Sustainability‐related Disclosures in the Financial Services Sector
  4. European Investment Bank – Green Bonds
  5. Berg, Florian and Kölbel, Julian and Rigobon, Roberto, Aggregate Confusion: The Divergence of ESG Ratings (August 17, 2019). MIT Sloan Research Paper No. 5822-19. Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=3438533 or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.3438533
  6. The Economist, December 7th 2019 Edition. Poor scores – Climate change has made ESG a force in investing
  7. Global Reporting Initiative – Standards
  8. Sustainability Standards Accounting Board (SASB) – Standards
  9. World Business Council for Sustainable Development (WBCSD) – Reporting Exchange
  10. Task Force for Climate Change Financial Disclosure (TCFD) – Recommendations 
  11. UN Principles for Responsible Investment
  12. Global Impact Investing Network – IRIS Taxonomy
  13. S&P Ratings – ESG Rating Methodology
  14. US House of Representatives Bill requesting the SEC to developed detailed ESG criteria and metrics

Este artículo se publicó originalmente en el blog de IcebreakerOne, donde Solvere colabora y es miembro fundador.